jueves, 14 de febrero de 2013

Febrero de 2013


 Literatura en las alturas
                             DON QUIJOTE Y LA MALADICENCIA

No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar. Ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maledicientes lo mismo que querer poner puertas al campo. Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen de él que es un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un parapoco y un mentecato. (II, 55).                                               

Hay otra escena del Quijote (1ª parte, cap. 25), en la Cervantes recoge también la frase ‘poner puertas al campo’; don Quijote le comenta a su escudero que es una calumnia y mentira lo que dice algunos, de que la reina Madasima estaba amancebada con su maestro y médico Elisabat. Le responde Sancho:  Ni yo lo digo ni lo pienso —respondió Sancho—. Allá se lo hayan, con su pan se lo coman: si fueron amancebados o no, a Dios habrán dado la cuenta. De mis viñas vengo, no sé nada, no soy amigo de saber vidas ajenas, que el que compra y miente, en su bolsa lo siente. Cuanto más, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano. Más que lo fuesen, ¿qué me va a mí? Y muchos piensan que hay tocinos, y no hay estacas. Más ¿quién puede poner puertas al campo? Cuanto más, que de Dios dijeron (I, 25).                                         
 
La Real Academia Española define la expresión ‘poner puertas al campo’ como una frase coloquial usada para dar a entender la imposibilidad de poner límites a lo que no los admite o intentar algo imposible.                                                                                                                                  
 
Escena narrada en la que un muchacho explica a don Quijote el retablo de Maese Pedro; es tan barroca la explicación que le dice el Caballero andante: “Niño, niño, seguid vuestra historia línea recta y no os metáis en las curvas o transversales, que para sacar una verdad en limpio menester son muchas pruebas y repruebas” (II, 26)                                               
 
 En el fondo está presente la virtud de la sencillez. En el lenguaje común se llama “sencillo” a lo que no tiene artificio ni complicación, a lo que carece de ostentación y adornos



.                            LA POESÍA BIOLÓGICA

Poesía biológica es una estructura literaria compuesta de complejos ideo-instintivo-emocionales, que violentan el presente de la persona bajo una erupción gramatical, arrastrando a su paso palabras, interjecciones, signos, imágenes mentales, estesias, fuga de ideas, neologismos, o pensamientos que se moldean de inmediato como lenguaje poético.                                                          

En la erupción poética nunca se manifiesta todo el contenido íntimo del poeta. Es sólo un “desprendimiento” de su interioridad en un momento determinado, debido a estímulos internos (auto estímulos-endógenos) o externos (exógenos).

              ODA A LAS CIANOBACTERIAS.

Cuántos seres vuestro alba lamentaron
Aquel verde pigmento os hizo fuertes
Envidió el cruel fagótrofo esa suerte
y en uno fuisteis dos. Se os entregaron
los océanos, campos y los ríos.
A cambio a Urano disteis el celeste
y a Gea el tono verde de sus huestes.

Harto pequeñas sois, pero tal brío
tenéis, que la molécula creada
en la fragua de cíclopes no aguanta
vuestra fuerza y quebrada es por las hadas

para hacer vida de ella. El agua canta,
náyades en su seno son mimadas
que corrientes heladas amamantan.
 

                                   Eduardo Jubera
 
                              FRASES DE FEDERICO GARCÍA LORCA
    Federico García Lorca (nacido en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, 5 de junio de 1898 – muerto entre Víznar y Alfacar, provincia de Granada, 18 de agosto de 1936) fue un poeta y dramaturgo español. Autor de Romancero gitano (1928), Poeta de Nueva York (1930), Bodas de sangre (1933) y La casa de Bernarda Alba (1936), entre otras obras.     
                                                                  
  • "Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar."
  • "El hombre famoso tiene la amargura de llevar el pecho frío y traspasado por linternas sordas que dirigen sobre él otros."
  • "El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta."
  • "El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana."
  • "En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida."
  • "Esperando, el nudo se deshace y la fruta madura."
  • "No me gusta andar de noche. La noche se hizo para dormir."
    • Diálogo del Amargo en el Poema del cante jondo
  • "La poesía no quiere adeptos, quiere amantes."
  • "La soledad es la gran talladora del espíritu."
  • "Quiero llorar, porque me da la gana."
  • "El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo"
  • "La agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida."
De Wikiquote, la colección libre de citas y frases célebres.

 
LA MELANCOLÍA Y EL ARTE                                                                    .                              
Emilio Lledó ,18 ENE 2009                                                                                          
"¿Por qué tantos hombres excepcionales en la filosofía, la política o la poesía son melancólicos?". Esa melancolía, "el gesto supremo del espíritu", no logró empañar la alegría del más acá, la alegría de vivir. Una de las maravillas de esta exposición es, por ejemplo, ese relieve de una ménade pensativa. Las ménades eran, como es sabido, esas mujeres poseídas de pasión que cuidaron de Dioniso niño y formaron después parte de su cortejo. Se las representaba desnudas o cubiertas, como ésta del Museo del Prado, con un velo muy fino que transparenta el cuerpo y que vuela luego a sus espaldas suavemente dominado por una mano. La otra sostiene el tirso típico de las fiestas dionisiacas. La melancolía del rostro que también mira al suelo lo alegra ese movimiento de extraordinaria sensualidad en un cuerpo que parece desfallecer, mientras la rodilla, levemente doblada, anuncia el baile que apenas entrevemos en esa otra maravillosa ménade de Dresde que sin brazos, casi sin rostro borrado por la impiedad del tiempo, hace ver la alegría de vivir.                                                       
Pero también la sabiduría griega nos entregó otro de sus descubrimientos expresado en una no menos asombrosa frase: "El hombre es el más inteligente de los seres vivos, porque tiene manos". Aristóteles, que cita este dicho atribuyéndolo a Anaxágoras, comenta que "esa inteligencia se debe a que es capaz de utilizar un gran número de utensilios, de instrumentos, y la mano es el instrumento de los instrumentos, el órgano de los órganos". Esa poesía (poíesis) sobre el mármol era obra de las manos. El filósofo que imaginó ese poder de las manos dijo también que "todo artista, todo creador, ama su obra porque ama el ser... que consiste precisamente en sentir y pensar"…      (Fragmento)
“Esto no es un libro; ¡qué encierran los libros!                                                                           
¡qué encierran sarcófagos y sudarios!                                                                                           
Esto es una voluntad, una promesa,                                                                                                        
esto es un viento marino, un levar anclas,                                                                                     
esto es una última ruptura de puentes,                                                                                       
un rugido de engranajes, un gobernar el timón;                                                            
¡brama el cañón, blanco humea su fuego,                                                                                         
ríe el mar, la inmensidad!”.                                                              .                                  
 
(Nietzsche, fragmento).

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